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Título: El hombre inquieto
Título original: Den Orolige Mannen
Autor: Henning Mankell
Traducción: Carmen Montes
Año de edición: 2009
Número de páginas: 454
Colección: Andanzas
Editorial: Tusquets Editores
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Únicamente los grandes escritores saben cerrar las historias de sus personajes con la sabiduría del creador. Henning Menkell, cuya saga del inspector Kurt Wallander es ya imprescindible para explicar la historia de la literatura en estos inicios del siglo XXI, ha cerrado de forma impecable el devenir del inspector sueco, volcando tanta emoción y tanta dimensión en su personaje que “El hombre inquieto” sobrepasa los límites de la novela negra o del thriller de espías, para convertirse en una crónica personal de Wallander y, por consiguiente, universal, donde la historia de la investigación es superada por la historia del hombre enfrentado a su realidad y a su destino. Inmensa, como en sus anteriores obras, en esa inexorable aproximación a la actual realidad sueca, con esa mirada crítica y detallista que hace que los acontecimientos más simples adquieran dimensiones impensables, “El hombre inquieto” profundiza, junto a la habitual trama de intriga que Mankell ha ido construyendo alrededor de las diferentes aventuras policíacas de Wallander, en la identidad misma del sujeto, desde su relación con su hija, los recuerdos de su padre muerto, y el futuro de su nieta, elementos que configuran el devenir de su vida y que marcan el paso hacia la perdida de memoria. Escrita con esa soltura que hace de la obra de Mankell una literatura más allá de tendencias, estilos y escuelas, y que coloca al lector en el mismo centro neurálgico del protagonista, la última novela de Wallander (no se sabe hasta que punto relacionada muy profundamente con el mismo autor, porque señalar que Kurt podría ser muy bien el alter ego de Hanning no es ninguna idea descabellada) se cierra con una enfermedad que como el Alzheimer, deja ese “universo de vacío” (como escribe el autor al final de la novela), donde todo lo pasado (Historia con mayúscula incluida, espionajes y corrupciones políticas) no tiene mayor valor, quedando como única herencia el presente de Linda y el futuro de Klara. Una novela que hace todavía más grande al personaje de Kurt Wallander y que coloca a Henning Mankell en el Olimpo de los grandes escritores del siglo XXI.
Por: Miguel-Fernando Ruiz de Villalobos
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