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Título: Diccionario de compositores cinematográficos
Autor: Luis Miguel Carmona
Año de edición: 2008
Número de páginas: 582
Editorial: T&B Editores
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Salvando el aserto, indiscutible e inamovible, de que un diccionario es imposible que recoja todo, este “Diccionario de compositores cinematográficos”, que se reedita ampliado y corregido, es sin lugar a dudas la obra magna de Luis Miguel Carmona, un experto y trabajador historiador y crítico cinematográfico, uno de los nombres claves de la música de cine en nuestro país, junto a pioneros como Joan Padrol y renovadores como Roberto Cueto, Conrado Xalabarder y Miguel Ángel Ordóñez. A veces los fríos datos ilustran más que las palabras apasionadas y por ello con señalar que esta nueva edición -ampliada con 30 nuevos autores, corregida en cuanto datos y actualizada en filmografías-, aparecida en 2003, sobrepasa ahora los trescientos nombres de compositores, autores de canciones y letristas de la historia de la música de cine, conformando una de las bases de datos más amplia que se ha editado nunca en nuestro país. Se trata de un trabajo excepcionalmente cuidado (aunque hay las lagunas imposibles de llenar porque ya no seria un diccionario de casi 600 páginas, si no una serie de volúmenes), donde Luis Miguel Carmona ha proyectado el profundo conocimiento que sobre la música de cine atesora, con perfectas, documentadas y directas biografías de compositores, en las que se incluyen apartados tan necesarios como las influencias, los colaboradores musicales que pueden haber tenido y una cuidada e inteligente acotación de discos imprescindibles de cada autor, sin olvidar unas exhaustivas y completísimas filmografías donde el aficionado encontrará no tan solo la obra musical realizada para el cine si no para la televisión, adaptaciones y arreglos. Un libro imprescindible no ya para los fans de las bandas sonoras sino para cualquier aficionado al cine que sabe muy bien que una película está formada de muchas partes indivisibles y que por tanto se debe tener conocimientos de todas ellas.
Por: Miguel-Fernando Ruiz de Villalobos |