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Título: Una gota de sangre
Título original: One Drop of Blood
Autor: Thomas Holland
Traducción: Isabel Blanco González
Año de edición: 2009
Número de páginas: 345
Colección: Calle negra
Editorial: la Factoría de Ideas |
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No por causalidad Thomas Holland, el autor de esta apasionante novela de investigación, con la que inicia su carrera literaria, es actualmente director científico del Laboratorio Central de Identificación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, porque está demostrado que para relatar ciertas cosas (como en este caso la identificación de cadáveres) no basta con documentarse mejor o peor, hay que conocer al dedillo el complejo espacio en el que se mueven unos personajes de ficción en un mundo de realidades. Y de eso va “Una gota de sangre”, un brillante thriller que investiga, a través de las figuras antagónicas, pero complementarias, de un experto en identificaciones forenses, y de un agente del FBI (en la línea de tantas novelas y películas de dos personas investigando un caso criminal), que aquí sirven de contrapunto para que el autor pueda presentar dos formas bien distintas, pero absolutamente necesarias, de investigación. En un momento histórico en el que los métodos de investigación de policías y forenses se han popularizado gracias a la literatura, el cine y la televisión, una novela de tanto rigor científico como “Una gota de sangre” (título que define perfectamente la filosofía del autor), con una intriga perfectamente tramada, unos personajes de fuertes trazos y una historia que juega con los tiempos y los espacios de forma tan eficaz como inteligente, es una excelente oportunidad para que los aficionados a la novela negra puedan descubrir el poder de los nuevos métodos de investigación y su eficacia para descubrir acciones criminales perdidas en el tiempo. Narrada con soltura, con dominio de los diálogos y buen desarrollo de las situaciones, “Una gota de sangre” nos descubre a un autor sólido que sabe extraer de la realidad que conoce los elementos ficticios para crear una novela de primera categoría.
Por: Miguel-Fernando Ruiz de Villalobos |