Finalmente Francia ha aprobado la prohibición del uso del velo (integral) en espacios públicos. Veamos, desde hace muchas décadas el simple sentido común, el respeto y el buen hacer llevaba a los caballeros a quitarse el sombrero cuando estaban bajo techo. Daba igual que fuera un espacio público o privado. Si nos fijamos ahora las fuerzas del orden público (cualquiera) cuando entran en cualquier espacio cubierto deben realizar ese acto. Se trata de una cuestión simple y clara de mostrarse, de dejar el rostro al descubierto para evitar cualquier tipo de duda o miedo.
Ya no es no un hecho religioso, simplemente de respeto. Si mañana yo entro a cualquier establecimiento con el casco de la moto puesto, estoy seguro que el dependiente lo primero que pensará es que quiero atracarlo. Por poco que sea me quito el casco, mostrar el rostro y dar confianza a la otra persona es fundamental para poder vivir y dejar vivir en este mundo lleno de situaciones incomprensibles. De repente la religión musulmana impide que los rostros de las mujeres sean mostrados. Lo que al mismo tiempo sucede que detrás de esas telas pueda haber cualquier tipo de persona con cualquier tipo de deseo, positivo o negativo.
Imponer una ley en la que lo importante se centre en el velo es injusto, pero al mismo tiempo es difícil crear leyes para simplemente hacer funcionar el sentido común en las personas, que como se dice tanto, es el menos común de todos los sentidos. La ley por lo tanto sólo puede aplicarse en espacios públicos, en lugares del todos, y no en ámbitos privados, lo que no tengo claro es si sólo está prohibido el uso del velo (integral) o cualquier elemento que cubra el rostro.
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El País