Ayer, al mediodía, hora del angelus, se dio a conocer el Premio Príncipe de Asturias del Deporte. Cada vez más este es un premio fácil, del resultado reciente y del éxito español. Algo que supuestamente debe valorar y premiar a una carrera deportiva. En cambio, como sucedió con la selección española de baloncesto cuando consiguió hace cuatro años el campeonato del mundo, el premio ha ido la de fútbol por conseguir el mismo premio.
Ya no hay carreras largas, Nadal, Alonso, por ejemplo, deportistas en activo, mientras otros grandes de este trabajo no lo reciben, a pesar de haberse retirado hace poco o ya varias décadas. Un premio egoísta, egocéntrico y verdaderamente falso.