Extraordinario homenaje al cine el que hace el escritor Agustín Fernández Paz (Vilalba, 1947) en “Fantasmas de luz”, una novela que es una declaración de principios sobre el cine y su importancia en la vida del ser humano. Un canto a las sombras y a las luces del cine, a través de la historia emotiva y a la vez fantástica de Damián, un hombre que tras llevar treinta y cinco años coma operador de cabina en el mejor cine de la ciudad, ve como la sala va a desaparecer y todos los empleados son despedidos. A partir de ese momento su vida cambia radicalmente, y es aquí donde la novela muestra las dolorosas consecuencias del paro laboral, de la exclusión social y de la invisibilidad y profundiza, con el cine y sus películas siempre como luz que ilumina la vida y las reflexiones de Damián, en este drama diario que viven tantos y tantos españoles. Pero, junto a esta denuncia, la novela de Agustín Fernández Paz, se vuelca en el cine, en los suelos que el cine propone y en las realidades que los seres humanos pueden llevar a cabo. Citas y citas de películas y esa situación fantástica que vive Damián y su mujer Marga, también prejubilada, en las que descubren que se han vuelto invisibles para la sociedad que les rodea, le introducirá en un mundo de ensueño, donde no estará solo, porque son muchos los invisibles cuando la sociedad se olvida de las personas. En una segunda parte de la novela, que se emparenta con “Fahrenheit 451”, de Ray Bradbury, Damián descubre que no está solo en su grado de invisibilidad y que hay toda una organización para resistir esa situación de invisibilidad.
Que el cine es el motor de la novela lo demuestra una especie de apéndice que el autor titula “Tomas extra”, donde se narran las historias de los personajes secundarios en la historia de Damián y, especialmente, el apartado “Las películas de la novela”, donde se reproducen los carteles de las películas citadas, junto unas breves fichas y una sinopsis de cada una de ellas. Todo un homenaje al cine y también a la literatura, en una de las novelas más bellas y emotivas que se han editado nunca. Por si fuera poco, el libro cuenta con las maravillosas ilustraciones de ese gran autor que es el gallego Miguelanxo Prado, uno de los grandes del cómic español, que acompañan a la perfección la emoción y la fuerza de un texto fuera de toda clasificación, porque la originalidad de la propuesta es uno de los mejores homenajes que se puede hacer al cine.