Pocas novelas en la actualidad despiertan desde la primera página lo que logra Helen Simonson con su primera novela “El mayor Pettigrew se enamora”, una de esas delicias narrativas que aparecen de tarde en tarde y que colocan la elegancia, el buen gusto y lo profundamente emocional al alcance del lector atento y curioso por descubrir historias de ficción tan auténticas que se cree que está asistiendo a una verdadera crónica humana y social, que está mirando por la cerradura de una puerta toda una época y toda una forma de sentir y de actuar. Escrita con suma delicadeza por Helen Simonson, “El mayor Pettigrew” se enamora es una novela tan llena de sabiduría, de humor melancólico y de sutiles matices como el logrado personaje principal, el mayor Petigrew, un militar británico viudo y jubilado, nacido en Lahore cuando la India era todavía colonia inglesa y que se erige como uno de los últimos grandes caballeros del ya extinto Imperio Británico. Aunque la vida transcurre plácidamente en el idílico pueblecito inglés de Edgecombe St. Mary, cuyos habitantes son defensores de la tradición y las viejas costumbres, como las partidas de caza o las fiestas temáticas en el club de campo, para el mayor Pettigrew la vida se ve alterada cuando recibe la noticia de la súbita muerte de su hermano. Afortunadamente el mayor Pettigrew hallará consuelo en la discreta señora Ali, que regenta la pequeña tienda de ultramarinos del pueblo y con quien el mayor apenas ha intercambiado unas pocas palabras hasta entonces. De ascendencia paquistaní y diez años más joven que él, Ali también ha enviudado recientemente. Ambos son amantes de la vida solitaria, de los poemas de Kipling y de la taza de té perfecta, y se sienten irremediablemente atraídos. Un amor que superará las tradiciones, las diferencias raciales y sociales y que demostrará que los abrigos (por la bella portada de la novela) pueden colgarse juntos porque en la combinación del gris sobrio y los colores vivos está la verdadera fuerza de la vida.