Cuando en 1992 Robert Redford dirigió “El río de la vida”, una de sus mejores películas como director, muy pocos espectadores españoles sabían que la película estaba basada en una novela del mismo título de Norman Maclean (1902-1990), la única que publicó en vida y considerada como un clásico de la narrativa corta norteamericana del siglo XX. Ahora, con la acertada visión que lleva a cabo en su política editorial Libros del Asteroide, la edición de “El río de la vida”, junto a otros dos relatos del escritor, como son “Leñadores, proxenetas y “Tu camarada, Jim” y “Servicio Forestal de Estados Unidos, 1919: El guardabosque, el cocinero y un agujero en el cielo”, en cuidada traducción de Luis Murillo Fort e imprescindible prólogo del poeta, traductor y profesor de Literatura Gabriel Insusti, hace posible el definitivo acercamiento a uno de los autores que mejor han recogido el pálpito de la Naturaleza en su más profundo sentido, la fuerza de la misma y la extraña, pero maravillosa, unión que se produce entre ésta y el ser humano. Como indica el profesor Insausti en su intenso prólogo, “Norman Maclean forma parte de esa vasta nómina de escritores fluviales” que hacen de la metáfora eterna que es el río un hilo narrativo de implacable fuerza, donde el sosiego y la calma de largas horas de pesca en el río se transforman en minutos de violencia y sordidez inexplicables. La capacidad descriptiva de Maclean, su profunda sensibilidad para recoger y volcar la fuerza de la naturaleza en unos escritos que brillan por la sinceridad, pasión y detalle del autor, hacen de su literatura una fórmula vital para entender el principio y el orden de las cosas, donde como señalaba el poeta británico William Wordsworth, al ser humano siempre le quedará “el esplendor en la hierba y la gloria en las flores”, es decir el recuerdo, como ha hecho Norman Maclean con sus imprescindibles relatos.