En 1979, el director alemán Werner Herzog (Munich, 1942), cineasta genial y aventurero impenitente, se embarcó en la aventura más grande que nunca se ha llevado a cabo en el cine, cuando a finales de los años setenta se fue a la selva amazónica para rodar una de las películas más impactantes y extraordinarias que ha dado el cine, como es “Fitzcarraldo” (1982). Dos años estuvo el director alemán en la selva amazónica para desarrollar la historia de Brian Fitzgerald «Fitzcarraldo», interpretado por su actor fetiche Klaus Kinski, es un hombre excéntrico, que ama la ópera con obsesión y que decide construir un teatro de ópera en plena selva amazónica. Para ello debe conseguir primero el dinero, y hace fortuna en el negocio del caucho. Para realizar su plan debe transportar un gran barco fluvial fuera del agua por encima de una montaña entre dos ríos, para lo cual cuenta con la ayuda de un gran número de nativos. La epopeya de subir y bajar el barco en una sola pieza unido al paisaje y a la ambientación clasifican al film en la categoría de cine-arte. La película está basada en la historia real del comerciante cauchero peruano Carlos Fermín Fitzcarrald. “Conquista de lo inútil”, en edición perfecta de Blackie Books (no se pierdan la banda de la cubierta del libro, porque si la despliegan descubrirán una mapa del recorrido que hizo Herzog y su equipo por la selva amazónica y dos singulares recetas gastronómicas del cineasta alemán, así como otros datos de interés sobre la película), es el diario que Werner Herzog escribió a partir de sus vivencias y experiencias, de sus delirios y ensoñaciones, de sus logros y descubrimientos, en una aventura más allá de lo imaginable, pero, sobre todo, es una profunda reflexión del director alemán sobre la condición humana y su relación con la naturaleza más salvaje y primitiva. Un canto a la libertad y a lo imposible y un viaje más allá de cualquier realidad inmediata. Escrito con el frenesí de una experiencia única, el diario que fue publicado en su versión alemana en 2004, es decir 24 años más tarde, se convierte en un testimonio único e inigualable de cómo una obsesión, un deliro de la imaginación se puede convertir en una de las aventuras más enriquecedoras y totales que puede llevar a cabo el ser humano. Imprescindibles para cinéfilos, viajeros inquietos y pensadores de alcoba.