Hay dos cosas imborrables en los recuerdos del ser humano, la infancia, es decir, el despertar a la vida, y la guerra, es decir, el descubrimiento de la muerte. Ermanno Olmi, director y guionista italiano nacido en 1931 en Treviglio, Bérgamo, a la altura de los grandes nombres del cine trasalpino como Fellini, Visconti, Rossellini o Pasolini, es uno de los máximos representantes del más comprometido cine social y espiritual que se ha hecho y se hace en el cine mundial.
Películas puntuales como “El empleo” (1961), “El árbol de los zuecos” (1977), “La leyenda del santo bebedor” (1988), “El oficio de las armas” (2001) y “Cien clavos” (2007), son la mejor muestra de la sensibilidad, dimensión narrativa y profundidad intelectual de Ermanno Olmi, del que debe recuperarse imperiosamente esta novela escrita entre 1983 y 1987, cuando el cineasta estuvo alejado del cine debido a una grave enfermedad, y edita en España en 2009, gracias al esfuerzo y al compromiso con una literatura diferente de la editorial Libros del Asteroide.
“Chico de barrio”, de características eminentemente autobiográficas, que sustituyó por la citada enfermedad el proyecto de una película, narra la historia de un muchacho en la Italia de la Segunda Guerra Mundial, sus descubrimientos de la adolescencia y sus vivencias marcadas por los viajes de Milán al campo, bajo el estallido de las bombas y la muerte de los seres queridos.
Una novela que trasmite la sensibilidad de un autor que, si bien, tiene el cine como su medio de expresión natural, demuestra con la escritura de “Chico de barrio” su dominio del lenguaje literario (es fundamental para el lector español la cuidada y rica traducción de un experto como Carlos Manzano), porque no por azar Olmi es el autor de casi todos los guiones de su brillante filmografía, cuya importancia es notoria e incuestionable. “Chico de barrio” es una de esas novelas que te quedan marcadas al fuego en la memoria, porque es una historia universal de tantos y tantos niños que, de una forma u otra, vivieron el viaje iniciático de su vida bajo el terrible espectro de la guerra. Un canto a la esperanza en tiempos de muerte y de dolor, extensible a cualquier momento de la historia del ser humano. Su lectura no sólo es un homenaje al gran cineasta que es Ermanno Olmi, si no una profunda reflexión sobre el significado de nuestra identidad en este planeta que llamamos Tierra.