#725- Malas madres.
 

 

Es curioso constatar como en ocasiones tres películas de estreno coinciden en sus historias y en sus personajes, como ha ocurrido este pasado fin de semana con el estreno de tres películas que presentan una importante coincidencia en común: las relaciones entre madres e hijas. Las películas estrenadas han sido dos estadounidenses como “Yo, Tonya”, de Craig Gillespie y “Lady Bird”, de Greta Gerwing, y una española como “La enfermedad del domingo”, de Ramón Salazar.

En las tres, la relación entre madres e hijas, aunque sean diferentes, porque diferentes son las circunstancias y las edades de unas y de otras, es tan crispada como violenta. Es curioso también constatar que de las tres películas, dos han sido dirigidas por hombres (Gillespie y Salazar) y la tercera por una mujer (Gerwing). Además, para marcar diferencias en los orígenes, pero para dar dimensión a las coincidencias, cada una de las historia tienen orígenes diferentes. Mientras que “Yo, Tonya” está basada en un personaje real como Tonya Harding, una patinadora artística estadounidense, la segunda en la historia capaz de completar un salto triple axel; “Lady Bird” es casi una biografía de la propia directora Greta Gerwing, nacida en Sacramento y con problemas de relación con su madre, mientras que la dirigida por Salazar es una historia ficticia sobre una hija, ya mayor, que encuentra a la madre que la abandonó y a la que obliga a pasar unos días con ella. Tres historias, como puede apreciarse a grandes rasgos muy diferentes, pero con un nexo común, la dimensión negativa de las madres. Si en “Yo, Tonya” es una madre bruja en el término más benevolente, que destruye la vida de su hija; en “Lady Bird” es una madre absorbente, con un amor casi diabético, que quiere anular a su hija adolescente; mientras que en “La enfermedad del domingo” es una madre egoísta y cobarde.

Es curioso, volvemos a lo curioso, que las tres películas sean tres películas contra las madres (un papel social que no parece tener ahora buena prensa entre los denominados progresistas) y que pongan como víctimas a las hijas. Tres hijas, que si se analizan en profundidad, son también tres hijas malas, la primera, Tonya, porque se ha rodeado de un marido imbécil con un amigo todavía más imbécil; la segunda, Lady Bird, porque es una adolescente insatisfecha (y no todas las adolescentes viven insatisfechas ese periodo de su vida) y quejica que no sabe lo que quiere (y no todas las adolescentes no saben lo que quieren), y la tercera, Chiara, la protagonista de “La enfermedad del domingo”, porque pese a su edad y al tiempo trascurrido, no ha sabido superar el trauma del abandono. Tres madres malas, tres hijas, sino malas, mediocres en su personalidad y en sus actitudes, lo cual no deja de ser malo. Porque resulta curioso, otra vez curioso, que ahora el cine, venga de donde venga, es un cine que pone a caer de un burro a los progenitores. Es decir ahora, con los nuevos aires de eso tan ridículo que se denomina postmodernidad, los malos de las películas son las madres y los padres. Es decir los únicos responsables de los problemas de la sociedad actual son los de arriba, se llamen padres, profesores, jefes, entrenadores, directivos, etc. Una vez más, el cine, testimonio sin par de la historia de la sociedad, muestra, curiosamente, la dimensión de la involución que vive la especie humana. Amén.

“De todos los derechos de la mujer, el más grande es el de ser madre” (Lin Yutang, 1895-1976, escritor chino)

Por Miguel-Fernando Ruiz de Villalobos

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