#716 - 95 años
 

 

Que felicidad morir a los 95 años, con una larga vida atrás, la satisfacción de una profesión amada hasta el infinito y el público reconocimiento de un trabajo impoluto, constante y de primer orden. Así ha fallecido el gran director, el reconocido cineasta Francisco Pérez Dolç, a esa memorable edad de los 95 años, cuando desde la cima de la vida puedes mirar al mundo sin mayores prejuicios, puedes respirar sin agobios y sabes, con absoluta certeza, que el final ya pasó y que lo que queda es un regalo del cielo.

Nacido en Madrid en 1922, es decir vivió de niño la Segunda República Española, de joven la Guerra Civil Español, de adulto los largos años del franquismo, ya mayor el advenimiento de la democracia y en sus últimos años la decepción por un sistema contaminado por la corrupción, Francisco Pérez Dolç llegó con 5 años a Barcelona, donde hizo su hogar personal y profesional.

Con tan solo tres películas en su haber, la más importante, ese magnífico thriller que es “A tiro limpio”, dirigida en 1963 a partir de un guión propio y con un reparto  formado por José Suárez,  Luis Peña,  Carlos Otero,  Joaquín Navales,  Gustavo Re,  Carolina Jiménez , María Asquerino y  María Julia Díaz. Fue una producción de los estudios Balcázar, que narra la historia de Martín y Antoine, que quieren forman una banda de atracadores para lo cual se ponen en contacto con Román para que les consiga armas y un cuarto hombre. Román convence a Picas, un antiguo atracador que ahora trabaja en una masía. La película, que transcurre en la ciudad de Barcelona de los años 60, recrea con detalle, gracias a un reparto adecuado a las necesidades narrativas de sus personajes, las vivencias de un grupo de delincuentes que, movidos por distintos motivos pero la ambición como nexo común, aúnan sus intereses para perpetrar distintos golpes que les reporten un beneficio económico. Cabe destacar el uso del blanco y negro en la fotografía del film, a manos de Francisco Marín, como un elemento más que ayuda a contextualizar la historia que nos presenta Perez-Dolç y a resaltar, si cabe más, los rasgos propios del cine negro de los cuales bebe el director.

Pero si importante es esta película en el panorama del cine negro que en los años 50 y 60 hizo de Barcelona la capital del género, no menos importante es la trayectoria de Francisco Pérez Dolç como asistente de director y director de segundas unidades, ya que trabajó con grandes directores de aquellos años como Francisco Rovira Beleta, Miguel Iglesias, Julio Salvador o Antonio Román. Posteriormente, y en esa demostración de su amplia capacidad para tocar todas las teclas de la profesión, fue profesor de cine en el ESCAC y se movió en el campo de la publicidad.

Ahora, a sus 95 años, se ha ido a ese cielo de carteles cinematográficos, claquetas en marcha, flashbacks repetidos, guiones incompletos y montajes infinitos, dejando tras de sí un sinfín de virtudes y una carrera marcada por la profesionalidad, la seriedad y el trabajo. Todo un ejemplo para las generaciones de nuevos cineastas que deberían ver en Francisco Pérez Dolç el faro de ruta.

Coda: “¿Por qué temer la muerte?, si mientras existimos, ella no existe y cuando existe la muerte, entonces, no existimos nosotros”, Epicuro de Samos (Filósofo griego, Samos, 341 a. C.- Atenas, 270 a. C.)

Por Miguel-Fernando Ruiz de Villalobos

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