#702 - Intimidad
 

 

La palabra intimidad tiene en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española dos definiciones precisas y preciosas. La primera dice así:  Amistad íntima. Y la segunda más larga y explícita la define así: Zona espiritual, íntima y reservada de una persona o de un grupo, especialmente de una familia.

Viene esto a cuento, ya saben de mi gusto por exprimir el significado de una palabra y asociarlo con un reciente acontecimiento, por la muerte de Peret. Pedro Pubill Calaf, más conocido como Peret (Mataró, Barcelona, 24 de marzo de 1935-Barcelona, 27 de agosto de 2014), fue un cantante, guitarrista y compositor español de etnia gitana, que según algunas fuentes fue el creador de la rumba catalana, aunque otras le dan este titulo a Antonio González Batista (Barcelona, 5 de enero 1925-Madrid, 12 de noviembre de 1999), más conocido como El Pescaílla (pedía que le llamaran Pescadilla,) cantante, guitarrista y compositor español de flamenco y rumba y el patriarca de la saga Flores. Sea como sea, Peret popularizó la música y el ritmo gitano en toda España y en especial en Cataluña, donde se adoptó como parte de su cultura con la denominada rumba.

Como una mayoría de cantantes españoles de las décadas de los 60 y los 70, Peret fue captado por el cine de la época, con el debut en una pequeña aparición como guitarrista en “Los Tarantos” (1963), una de las películas más importantes de Francisco Rovira-Beleta (1912-1999), para después actuar en algunas películas menores de aquellas décadas y en alguna telemovie. Muchas de sus canciones fueron interpretadas en películas de todo tipo, tantos españolas como extranjeras, la más reciente “Cruce de caminos” (2012), de Derek Cianfrance, donde Ryan Gosling cantaba la famosa “Borriquito”, escrita e interpretada por Peret en 1971.

Pero el término intimidad no tiene nada que ver con todo lo anterior. La muerte de Peret ha puesto de relieve (no hay una muerte que no ponga de relieve algo) que la intimidad, en esta sociedad de redes sociales, de televisiones basura y de revistas del corazón, todavía subsiste, todavía tiene un valor humano. La vida de Peret, tanto la artística como la personal, fue, como corresponde a un creador, compleja, tumultuosa, siempre más allá de lo bien visto socialmente. Su muerte ha servido para demostrar que la intimidad tiene un valor y un valor muy especial, muy solemne, especialmente en una etnia que como la gitana se sigue rigiendo por unos valores ancestrales que ni los teléfonos móviles, ni las redes sociales, ni el periodismo amarillo, han logrado socavar. La vida y la muerte de Peret, grande entre los grandes, ha dejado al descubierto que la intimidad no es una palabras más del diccionario, es una virtud y un valor ético que como muy bien se dice en su segunda acepción es “la zona espiritual, íntima y reservada de una persona o de un grupo, especialmente de una familia”.

El testamento que ha dejado Peret al irse de “parranda” no es sólo el de un arte del cante, del ritmo y de la música, es también el de la importancia y el valor de la intimidad, como ese lugar reservado para que el ser humano no deje de serlo.

Coda: La persona que pierde la intimidad lo pierde todo” (Milan Kundera, escritor y ensayista checoslovaco, 1929)

Por Miguel-Fernando Ruiz de Villalobos

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