#698 - De la Sierra
 

 

En este país de nuestros dolores y angustias, de corruptelas e inmoralidades, de nepotismos y amiguismos, de quejas y envidias, que alguien dimita de motu proprio es noticia de primera plana, porque el natural de la Península Ibérica, procedente como se sabe de muchas savias, de muchas etnias, de muchas culturas y tradiciones, es muy parecido a la garrapata, que no se suelta del perro ni que lo maten. Aferrados a su poltrona, políticos, cargos sindicales, presidentes de consejos de administración, de federaciones y clubs deportivos, de colegios profesionales, de lo que sea, la españolita y el españolito tienen alergia total al noble y poco frecuente arte de la dimisión.

Por ello, la dimisión de la, hasta hace poco más de quince días, directora general del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ya saben habitualmente ICAA para ganar espacio y tiempo o seguir con las siglas como forma de no decir nada o ignorar todo), doña Susana de la Sierra, es una noticia que hace temblar los cimientos de esta democracia a la española, tan dada a pasar por alto los verdaderos actos heroicos que no son ganar un Mundial de Fútbol, un torneo de tenis o una carrera de Fórmula 1, si no el decir que no a una situación de frustración ante las permanentes trabas del Ministerio de Hacienda para aliviar la crítica situación de la industria cinematográfica -presupuestos cada vez más reducidos, la falta de pago de las amortizaciones que se deben a los productores desde 2012 y la negativa a aplicar una exención fiscal acordada por el sector y altos cargos del Gobierno y a rebajar el IVA cultural del 21 por ciento-, cuestiones todas ellas que están en el fondo de esta dimisión.

No tengo el gusto y el placer de conocer personalmente a doña Susana de la Sierra, a la que he podido escuchar y ver en un interesante documental sobre la situación del cine español que lleva el incisivo título de “La pantalla herida”, de Luis María Ferrández, con lo cual todo eso que me pierdo yo, pero desde la distancia y el respeto, sí puedo aplaudir tan sabía, valiente y anómala decisión en un país donde la palabra dimisión está prohibida de facto, y alinearme a su lado, en esta decidida protesta ante la indiferencia de la Administración del Estado. Susana de la Sierra (Santander, 1975), que es profesora titular de Derecho Administrativo, en la especialidad de cine y cultura, en la Universidad de Castilla-La Mancha, en Toledo, con su noble actitud y su fiel compromiso con el cine español no hace más que demostrar que los males del cine español vienen de una mala aplicación de la política cultural que desde la Transición han ido desarrollando los distintos gobiernos, tanto centrales como autonómicos.

La situación actual del cine español no es crítica es ya de defunción del paciente, aunque hayan, afortunadamente, muchos profesionales comprometidos con seguir haciéndole el boca a boca, aunque ellos se queden sin aire. Y cifras cantan: Cuando Susana de la Sierra se hizo cargo, en Enero de 2012, de la dirección general del “ICAA” el presupuesto para el Fondo del cine era de 49 millones, cifra que se redujo a 39 millones en 2013 y a 33,7 millones en este año. Unas cifras que contrastan con las ayudas que recibe el cine en los países europeos -Italia (70,4 millones), Reino Unido (120), Alemania (340) y Francia (770)-. El escaso presupuesto ha impedido el pago legal de las deudas por ayudas a la amortización por películas estrenadas en 2012. En total son 40 millones de euros los que Hacienda adeuda a los productores que Montoro prometió pagar y que todavía no ha hecho. En noviembre pasado, De la Sierra hizo pública su preocupación por este impago y advirtió de su gravedad: “No podemos dejar de pagar”.

Esta situación ha degenerado en que una persona honrada y honesta haya tenido que hacer el acto heroico de dimitir, demostrando que quien está comprometido con la verdad nunca será esclavo de las mentiras ni de las falsedades. Susana de la Sierra deja con su actitud la puerta abierta a que se pueda dimitir no porque estás encausado, sino porque los que manejan el poder, que no quiere decir que sean poderosos -ser poderoso es otra cosa-, no responden a las necesidades de un sector de la sociedad, en este caso el cinematográfico. A doña Susana de la Sierra la ha sustituido doña Lorena González Olivares, licenciada en Geografía e Historia, miembro del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado y que desde febrero de 2014 ocupaba la secretaría general del Instituto de Cinematografía, y a la que desde este humilde “Fundido en negro” le deseamos lo mejor de lo mejor, tanto para el cine español como para ella misma, sin olvidar por ello el acto noble, insólito y ejemplar de la dimisión de su antecesora, la muy ilustre doña Susana de la Sierra.

Coda: "Por grande que sea el puesto, ha de mostrar que es mayor la persona." (Baltasar Gracián y Morales, 1601-1658).

Por Miguel-Fernando Ruiz de Villalobos

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