#990 - Quieren a las plataformas.

 

 

La pasada semana se realizó la primera presentación del Festival de Sitges. Cuando se nos descubrió el cartel que este año servirá para homenajear a 2001: Una odisea del espacio, uno de esos carteles que dan ganas que decoren alguna pared libre. En esta presentación se comenzó a desgranar parte de los nombres y películas que pasarán por Sitges el próximo mes de octubre. Los premios para Peter Weir y Pam Grier. Entre las películas, varias de las que ya pasaron por el Festival de Cannes. Y de ahí la duda de saber en que línea se posiciona Sitges, el Festival, a favor o en contra de las plataformas.

Al contrario del festival francés, Sitges quiere las plataformas. Incluso en el extremo máximo, Angel Sala se llenó la boca de querer y amar las plataformas. No es de extrañar. La mayoría de las películas que durante este medio siglo de Festival han pasado por sus pantallas, raramente luego han llegado a tener un circuito comercial aceptable, decente, o real, en las grandes pantallas del país. Esas películas, las que creaban esas maratones nocturnas que servían para pasar el tiempo hasta que llegaba el primer tren del día para volver a Barcelona, eran carne de videoclub. Luego recuperar esas películas era tan simple como bajar al videoclub de la esquina (antes era así de simple) y alquilar la película y compartirla con los amigos, aquellos que no iban a Sitges, y se dejaban guiar por la selección del aficionado al fantástico y terror que durante 10 días hacía el ‘sacrificio’ de seleccionar lo que verían los fines de semana de invierno de esa temporada.

Los aficionados a Sitges han estado acostumbrados a ver las películas que más les gustan en una pantalla. Cuando eso conllevaba una pasión superior, porque la calidad de esas pantallas nada tienen que ver con las que tenemos ahora. Por ello que en Sitges se presenten al público varias películas que su propuesta comercial posterior pasará directamente a las pantallas caseras, hoy que tienen tanta calidad (si se tiene presupuesto), no molesta en absoluto, al contrario, no deja de mantener el espíritu de que se está presentando un producto muy especializado, para espectadores muy selectivos y que luego van a poder disfrutarlo desde el sofá de casa, ahora sin salir de casa para buscarla, pero con mucha más calidad que hace algunas décadas.

Cada uno decide que hacer con su festival. Cada uno decide como amar el cine. Así que aceptamos ambas desiciones. Lo que está claro es que eventos como los Festivales, pueden evolucionar, pero ni los propios festivales, obvio, ni las plataformas, por la promoción que se les da, quieren que desaparezca, cuanto menos a día de hoy.


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