#947 - Gustos como culos.

 

 

La pasada semana, gracias al enlace que tuiteó Maruja Torres del reportaje de Marta Medina en El confidencial, pude comprobar el constante error de demonizar a Netflix, después de los desesperados cantos para su llegada, con la excusa de que con Netflix la piratería desaparecería… que se lo pregunten a HBO. Porque su nombre había ido vinculado siempre al consumo audiovisual legal por internet. A pesar de que ya hubiera surgido en primer lugar un Filmotech, del que nadie habla, creado por los productores españoles, y que ofrece un amplio catálogo histórico del cine nacional.

Luego están filmin y Wuaki como estandartes. Al segundo, ahora llamado rakuten TV, siempre se le ha comparado con Netflix al querer basar su contenido en grandes producciones. Gran error. Rakuten quiere ser un videoclub de toda la vida con las últimas novedades en el mercado de alquiler. Su fondo de armario, hoy por hoy, no es lo que más le importe. Mientras que filmin basa su fuerza en la calidad. Su calidad. No negaré que en buena parte la mía, pero no la de todo el mundo. Al contrario. Su calidad es deseo de únicamente una maravillosa minoría, que dirían los blanquiazules. Si no fuese así, las películas que vemos en filmin no estarían en su catálogo. Ni anteriormente hubiera pasado por salas de, antaño, arte y ensayo. Ni básicamente serían películas europeas o independientes no rodadas en Hollywood ni con grandes estrellas.

En un momento acabamos de ver que cada silla tiene su culo. Y que el público se va adaptando a sus necesidades y las operadoras al mercado. Se dice en el artículo que Netflixx al final vive de las series y no de las películas. No es nada malo eso. Es una manera legal y muy cómoda de poder verlas. Además se ha convertido en creadora de contenido y de esta manera tiene un canal de distribución asegurado, en todo el mundo. HBO lo hizo al revés. Primero el contenido, el respeto, y luego el canal propio de distribución.

Así que no es que los catálogos de Netflix o HBO den pena. Es que no son el contenido que más apasiones a algunas personas. En cambio para otras con una de esas plataformas, ahora denostadas, podría pasarse la vida. Es un público que antes compraba en la calle los DVD de baja calidad de los estrenos, y que ahora ve series y películas con calidad con un precio que puede permitirse. No tiene prisa para ver las últimas novedades del cine. O si hace falta, ha recuperado el hábito de ir a la sala. En cambio, antes no buscaba en el ‘mantero’ una copia de Casablanca, Ciudadano Kane o Metrópolis, la de Fritz Lang. Porque no es el cine que deseaba consumir. Tampoco lo buscará en ninguna plataforma digital. Y seguramente tampoco sabrá donde está la Filmoteca de su ciudad, que es donde a un buen cinéfilo le gustaría ver estas películas. Sala grande, a oscuras, y sin las distracciones domésticas.


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