#934 - Educando en cultura cinematográfica.

 

 

Ni una ni dos veces habré escrito que hace falta una educación audiovisual en la escuela. Igual que en la Segunda República se optó por alfabetizar a todas las criaturas, y a pesar del paso atrás posterior, hoy nadie comprendería que alguien no aprendiera a leer, escribir y tener un conocimiento básico para moverse por el mundo. Eso sí, sigo pensando que lo que menos quieren las estructuras políticas que modifican el plan de educación en cada cambio de administración, es el de hacer pensar. Es el mayor de sus temores. Que las personas que en unos años ocupen cargos de responsabilidad y poder, piensen. Por lo que pueda ser.

Al mismo tiempo he ido reclamando una mayor actuación de la Academia en la sociedad. Más allá de los Premios Goya que no dejan de ser unos premios propios que no implican a los espectadores más que en tener un aliciente más para ver alguna película, por sus nominaciones o sus premios.

Hoy puedo decir que estoy contento con la nueva propuesta, la nueva iniciativa de la Academia para promocionar y potenciar una educación audiovisual de manera reglada y estructurada en toda España. Ya hay algunas comunidades que lo están haciendo e indican que los resultados son muy buenos. El país pionero es Francia. Que ha conseguido una generación de espectadores que comprende perfectamente su cine. La mejor manera de comprender las historias son las de casa. La que cuenta historias cercanas y que podemos comprender porque nos son familiares. A partir de aquí llegará la comprensión del resto de cinematografía.

La Unión Europea también ha animado a todos los miembros que se animen a aplicar esta formación en sus planes. Así la Academia ha publicado en su última revisa de mayo-junio, un especial sobre el Cine y Educación. Educación y Cine. Con una amplia información que responde todas las preguntas que puedan surgir sobre el tema (o casi todas). Una perfecta excusa para que la administración española decida escuchar a la Academia y a la UE y educar a sus jóvenes ciudadanos.

A la larga las buenas ideas acaban llegando. Ahora solo falta esperar que no lleguen tarde y que la cultura del corta pega de los capsulistas hayan dañado la capacidad de atención de un buen plano secuencia o de una historia de 70, 90 o 130 minutos.


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