Barcelona está de moda. Y aunque los profesionales quieren gestionar este éxito, algunos recién llegados están consiguiendo que se pierda parte del camino construido desde 1992 para poner en la lista de ciudades del mundo una que todavía no es capital de un país. Por eso más de una voz había dicho que a la cuidad le falta un gran festival de cine, y es que si nos fijamos, de los grandes europeos sólo la Berlinale tiene lugar en una gran capital, Cannes, Venecia y San Sebastián son pequeñas grandes ciudades que cambian su imagen por 10 días para convertirse en un plató constante temporalmente.

Crear un Festival de clase A es casi imposible en Europa a día de hoy. Y de festivales temáticas la ciudad está llena. Así que la apuesta ha sido más la de crear un Festival con el nombre de Barcelona que de buscar una propuesta cinematográfica que pueda convertirlo en atractivo de la noche a la mañana, como se consiguió con el Festival de Roma. No tapa a Venecia pero su fuerza en los primeros años ha hecho que se mire con atención su trabajo.

La historia y la inercia hacen que en Catalunya haya dos fechas para iniciar proyectos. Una por Sant Jordi, el 23 de abril, y otra por la Diada, el 11 de septiembre, que va perfecto para vincularlo a un inicio de curso escolar, político, después de verano en cualquier caso. Y el BCN Film Fest, que así lo llaman, ha optado por la primera fecha, con la intención que su programación esté vinculada al cine que llega adaptado o inesperado del mundo de la literatura. Pero luego quedan otras secciones más abiertas, que si se puede atraer alguna gran estrella no se escape porque el Festival esté demasiado encorsetado en una categoría concreta.

Veremos cómo va esta primera edición. Sobretodo la respuesta del público y de la prensa. Si no hay portadas de los medios locales con las alfombras rojas y el público pidiendo autógrafos a las estrellas, nos quedaremos desinflados. De momento sabemos que una estrella de Hollywood pasada por casa, Richard Gere, que como dicen en Donosti, siempre contamos con él, y Barcelona se apunta al carro. Me pregunto se en una de estas tantas visitas a España por negocios y placer se habrá visto en televisión diciendo eso de 'queremos que nos hagan la pelota'. Quién sabe. Igual viene tanto porque sin querer, lo hacemos.

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