#867 - Becarios con ganas, sí.

 

 

Por si puede servir de ayuda, el pasado domingo en Barcelona se perpetró la entrega de los Premios Gaudí, premios cinematográficos de la Academia de Cien Catalana. Un desastre de cabeza a pies. Tan malo fue el trabajo de Rossy de Palma como presentadora de la entrega de premios, que cualquier otro elemento que pudiera surgir bien quedaba escondido y olvidado. En cambio, los errores se acababan contagiando y multiplicando. Porque además del arte de la actriz mallorquina, que puede gustar o no, cada uno tiene sus filias y sus fobias. Lo peor fue el constante problema técnico que vivió la ceremonia. Cuando los vídeos entraban cuando no tocaban. Los micrófonos abiertos cuando deberían estar cerrados. La propia Silvia Pérez Cruz alucinando encima del escenario preguntando si lo había escuchado todo el público o sólo ella. Como si el tiempo no contara.

Criticar a Rossy de Palma es fácil. Hacer bueno el segundo año de Àngel Llàcer no era fácil. Pero lo ha conseguido. Pero lo dicho antes. Que gustara o no de Palma es algo personal. Lo que no se puede permitir es que Àlex Gorina y Jaume Figueras vayan pisando a los presentadores y ganadores de los Gaudí por esas ganas de comentar cualquier dato que piensan que su colega no sabe y ponerse una medalla. Buen rollo, pero algún 'que no me escuchas' se dijeron. Y es que el mal ambiente de la ceremonia fue recorriendo toda la sala. Los problemas técnicos son los que no se pueden permitir. Sea por el motivo que sea que sucedan. Puede haber un error humano. Pero no es posible que se vaya repitiendo toda la noche. Suerte que al voz de Montse Llussà estaba bien grabada y no pusieron alguna toma falsa (si es que hubo) porque ya hubiera sido la guinda de la noche.

A destacar, las cortinillas de cada categoría, preciosas, suaves y de una belleza clásica que iban perfectas para crear un momento especial. Pero se destrozaba al volver al escenario. La aparición de Berto Romero haciendo de guionista de Yolanda Ramos, que me dieron más miedo que otra cosa pensando que seguirían con el deseo de imponer su voz del uno sobre el otro, y en cambio hicieron lo que se les espera, complementarse para sacarse partido el uno al otro. Un gag fácil, simple, pero efectivo. Si no fuera que estaba metido en medio de un sinfín de sinrazones y paso olvidado.

En toda la noche la más lista Rosa Maria Sardà. Sea por el motivo que sea, consiguió no estar presente en ese desaguisado. ¿Alguien sabe si estuvo en los ensayos?. En cambio la presidenta Isona Passola, exagerada. Diciendo que lo importante no era que llorara el actor, que era que llorara el espectador, y entonces entendimos el porqué de aquella ceremonia.

Suerte que ganó Truman. Recordemos estos Gaudí por premiar la cinta de Cesc Gay. Es lo más sensato.


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