#840 - No sin mi serie

 

 

Cuando sonaron las ocho de la tarde Frank sabía que no llegaría al vuelo para volver a Londres. Así que avisó a su secretaria para que le cambiara el billete de avión para el día siguiente por la mañana. Y llamó a su esposa.

Pero la calidad es lo que diferencia Amy o Citizenfour de un especial de la BBC sobre la vida de la cantante o de un 60 minutes sobre la noticia de la vida y el robo de Snowden.

- Hola cariño. Acabo de cambiar el billete para mañana.
- ¿A qué hora llegarás?
- Saldré de Bruselas a las 6, 10 y llegaré a las 6.30… me encanta volver a casa, no pierdo tiempo.
- Cogerás un taxi, no? Que me quiero quedar a ver el final de CSI.
- Es verdad, que es hoy. Pues también lo veré a través del ordenador.
- No te duermas mañana.
- Pediré que me llamen desde recepción. Ya dormiré en el avión si tengo sueño. Buenas noches
- Hasta mañana guapo.

Frank colgó y siguió trabajando en el despacho que dispone en Bruselas. Como miembro del Parlamento de la Unión Europea tiene muchos privilegios. Entre ellos el cambio de billetes de avión, hoteles de categoría superior a precio de hostales y con buena conexión a la red para, como esperaba Frank, poder disfrutar de la televisión de pago en línea y poder ver como Jules desde su casa en Notting Hill, de su serie favorita en el capítulo final de temporada.

Lo que no pensaba Frank es que sus propio trabajo le acabaría frustrando la noche televisiva. A pesar de pagar religiosamente la cuota de subscripción de Sky cada mes, que incluye la opción de disfrutar del contenido a través de la red. Pero no sabía que los acuerdos privados entre los propietarios de los derechos y los propietarios de la cadena, junto con las leyes europeas de protección de los derechos audiovisuales, le impedirían ver Sky desde su lujosa habitación del hotel.

Nunca lo había hecho. Nunca se lo había planteado. Cuando llega a la habitación lo que más desea es descansar y aprovecha la zona de aguas y la gran cama para descansar. No negaremos su carácter de trabajador. Pero en esta ocasión, buscando un poco de ocio después de la jornada, se queda con las ganas. Tantas leyes, tanta protección, tanto acuerdo privado, le ha acabado arruinando la noche. Sin que eso fuera un drama.

Curioso por saber si existía alguna solución, o alguna opción que no conociera, descubre, a través de diversos blogs, que existe una cosa llamada VPN que permite engañar al servidor desde donde sale la señal de la página web para conseguir acceder a contenido de diferentes países a los que, desde otro, no nos sería posible acceder. No hace ni el intento, es consciente que su conocimiento informático no es el mejor, y prefiere preguntar este fin de semana a su sobrino, que conoce estas novedades tecnológicas, y seguro que le pone luz a todo estos problemas.

Así es, llega el fin de semana y Matthew, Mat como le gusta hacerse llamar, le comentó la geolocalización que realizan las cadenas de televisión en sus páginas web para bloquear aquellos espectadores que están fuera del país. Igual que hace Amazon o Netflix. Cuando mencionó Netflix entonces se dio cuenta. Cuando alguna vez ha accedido al VOD desde Bruselas es cierto que el indica que al estar en otro país el catálogo puede variar. Pero nunca había tenido problema. En cambio con Sky, no tiene opción.

A la vuelta a Bruselas el lunes enseguida concertó una reunión con el departamento de cultura. Estudiaron el caso. Como afrontarlo, y vieron que lo mejor era pedir que todos los europeos pudieran ver todo el contenido cultural de sus cadenas y servicios desde cualquier punto de la unión, y para sacar un partido económico, multar a aquellas empresas que prohíban que su contenido salga de las fronteras de un estado en concreto.

 

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